Durante todo el camino encontramos cuevas excavadas en la roca y construcciones de piedra seca junto a la pared vertical del acantilado. Éstas fueron usadas asiduamente hasta mediados del siglo XX, como refugio de pescadores y agricultores e incluso contrabandistas. Los humildes albergues servían como resguardo de la noche, el temporal o para dejar aperos. Mayoritariamente mantienen el nombre de quienes las alzaron o las usaron. Además, durante el trayecto también se observan algunos abancalamientos que muestras como en un pasado reciente los vecinos del municipio aprovechaban las tierras hasta llegar al mar.